
En su segunda carrera como piloto en pista, el simracer Facundo Dudulec ganó en la Copa Abarth en el autódromo de Buenos Aires.
Zunino, Guerra, Traverso, Baskt y “Cocho” López, allá por 1979, fueron parte de lo que era el umbral de la Máxima: la Fórmula 2.
Automovilismo09/09/2025El cruce del Atlántico para desembarcar en Europa es algo así como llegar a la Meca para los pilotos de estas latitudes americanas. Muchos lo han hecho desde la Argentina. Desde Juan Manuel Fangio, Froilán González, pasando por el Lole, hasta Franco Colapinto. Con una economía decididamente conspiradora se hace lo que se puede, pero siempre un argento asoma en algún rincón del planeta fierros.
Hoy Colapinto en la Fórmula 1 o Nicolás Varrone, que sueña cubrir el mismo camino que su vecino, pero “ayer nomás”, como dice la canción de Moris, hubo proyectos que se transformaron en realidad y muchos otros intentos, pero que también dejaron sello, marca y un recuerdo de esos que se atesoran en un lugar privilegiado de la memoria.
Para aquellos que no vieron al Diego en vivo y en directo, o que no fueron contemporáneos de un TC en ruta, o que no se levantaron temprano para ver a Carlos Reutemann sobre el Brabham, una Ferrari, un Lotus o un Williams, o que no aprovecharon el recreo de la escuela para jugar a la bolita, a la figuritas o clavarse una “Manón” de cinco unidades, deben saber, enterarse que hubo un tiempo en que la Fórmula 2 Europea tuvo numerosa presencia argentina y que hasta nuestro país tuvo una visita doble -fuera de calendario- de esa categoría, que era el umbral de la Máxima, en donde comulgaban Lauda, Reutemann, Andretti, Peterson, Emerson Fittipaldi, José Carlos Pace, Jacques Laffite y siguen las firmas.
Ocurrió en la segunda parte de la década del 70 cuando poco a poco fueron coincidiendo en el Viejo Mundo varios que perseguían el mismo objetivo. Así, un sanjuanino, Ricardo Zunino; dos porteños, Miguel Ángel Guerra y Osvaldo “Cocho” López; un bonaerense, de Ramallo él, Juan María Traverso; y un rosarino, Ariel Baskt, de repente conformaron un quinteto en la F2, poderosa especialidad en ese momento.
Ya no era sólo Carlos Reutemann la atracción para los fierreros, porque en 1979 ellos se encargaron de poner-nos en modo pasión para esperar a través de las transmisiones radiales, noticias de esas nuevas nuevas ilusiones para el automovilismo argentino, que se desarrollaban del otro lado del océano.
Juan María Traverso
El alemán Hans Stuck -piloto de F1 en ATS y Brabham- y Clay Regazzoni -hombre de Ferrari y Ensing- formaban parte de aquellas grillas a pesar de que seguían en la Máxima. El suizo, Marc Surer y los italianos Teo Fabi y Bruno Giacomelli, luego todos desembarcaron en la F1, también le daban un toque de mayor jerarquía. Por ello, es que andar bien era tener una gran parte del pasaje al “Circo Mayor” asegurado. De todos modos, se sabe que no sólo el talento alcanza en el automovilismo -Pechito López, un lamentable ejemplo de ello-, ya que se necesitan que otros factores se unan -sponsors, el auto, es decir lo económico- para alcanzar el objetivo.
De todos modos, en ese campeonato de interesantes quilates, se hicieron un lugar Miguel Ángel Guerra, Juan María Traverso, Ariel Bakst, Ricardo Zunnino y Cocho López. De ese quinteto, el que terminó mejor posicionado en el campeonato fue Guerra, en el 14° peldaño. Ángel, junto a Ricardo Zunino, luego, pudieron llegar a la F1.
Para “Cocho” resultó un paso positivo por Europa. Es que se dio el gusto de entreverarse con los mejores en las últimas cuatro fechas de esa temporada. Así fue parte, con un March con motor Hart, de la F2 en Zandvoort, Pergusa, Misano y Donington Park. A juzgar por el propio piloto porteño, ese March 792 con motor Hart, volaba y poco tenía para envidiarle a la Máxima. Si bien Lotus lo hizo realidad, ya en esos días, el March funcionaba con efecto suelo.
Ricardo Zunino (Corsa)
Ricardo Zunino, sanjuanino salido de la escuela del TN, había realizado una excelente temporada en 1978, en la que fue duodécimo en el campeonato como piloto del equipo oficial March-BMW. Un poco más adelante, y previo a su llegada al equipo Brabham de F1, el Colo obtuvo una victoria en la Fórmula Aurora (autos utilizados en la temporada anterior en la Máxima) en Brands Hatch.
Guerra era otro que debutaba en aquellos años en el continente europeo con un Chevron, motorizado por Ferrari, del equipo Everest, en donde coincidía con el suizo Clay Regazzoni. Y el rosarino, Ariel Bakst también guiaba un March, el segundo auto del equipo de Alberto Colombo.
Aquel quinteto de pilotos que reflejaban que en el automovilismo argentino seguían surgiendo gemas del volante, se completaba con el emblemático Juan María Traverso. Esa temporada arrancó el 25 de marzo y terminó el 19 de agosto; el Flaco corrió 11 de las 12 carreras del calendario de la F2 Europea, siendo lo mejor el cuarto puesto logrado en Misano Adriático. El recorrido de ese campeonato, en el que Traverso ocupó el 18° puesto, tocó escenarios varios como Silverstone, Hockenheim, Nürburgring, el callejero de Pau (Francia) y Zandvoort.
“Cocho” López (OHF)
Con 28 años, el Flaco decidió encarar una nueva y gran aventura en Europa. Tenía el apoyo de Ford Motor Argentina, cuyo vínculo se había forjado de años de ser piloto oficial de la marca del Ovalo en el TC. Para ello, en la fecha de F1 en la Argentina se reunió con Bernie Ecclestone, quien era el dueño de la escudería Brabham y con gran peso a esa altura en la Máxima. La idea era llegar a lo más alto, pero había que cumplir con los filtros. Por ello, el británico le consiguió un March 792 de F2, que reunía por esos días a “nenes” como Keke Rosberg (reemplazo del Lole cuando dejó Williams y el automovilismo) o Teo Fabi.
Para el de Ramallo representó una experiencia única en todo aspecto. En lo deportivo le permitió conocer autódromos y autos que no estaban dentro de su radar, ya que además significaba el salto de autos con techo a los monopostos.
Allí surge la historia del truncado arribo a la F1. El “Flaco” tenía todo encaminado, hasta había probado el Brabham BT 49 sobre el que no desentonó en las pruebas de Silverstone. Pero apareció lo inevitable en la Argentina: problemas económicos. Esto le provocó enormes complicaciones a su padre, Juan Cruz, que era ingeniero agrónomo. Juan María debió elegir entre su proyecto o su padre. Volvió al país para darle una mano a aquel hombre que lo había echado de la casa cuando se enteró que había comprado un auto de carreras.
Miguel Ángel Guerra (The forgotten drive)
Si bien hoy no forma parte de la primera línea de los recuerdos, aquella Fórmula 2 se encargó de encender la pasión del hincha argentino. A tal punto había prendido la categoría, que en noviembre de 1979 se realizaron dos carreras en nuestro país: en el autódromo General San Martín de Mendoza (yano existe) y en el trazado N°9 del Oscar y Juan Gálvez de Buenos Aires, con la presencia de autoridades de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA).
En Mendoza se utilizó el dibujo 3, el 5 de noviembre, con la organización del ACA. En la grilla aparecieron los argentinos Miguel Ángel Guerra, Ricardo Zunino y Ariel Bakst, los norteamericanos John Briggs y Don Briedenbach. Pero, entre los nombres relevantes asomaban Marc Surer, segundo piloto del equipo March-BMW, el irlandés Dereck Daly, defensor de Chevron-Hart, Keke Rosberg, Gianclaudio Regazzoni (en equipo con Guerra), el francés Jean Pierer Jarier (ex Tyrrel de F1); el sudafricano Rad Dugal, los italianos Alberto Colombo y Beppe Gabbiani, el ítalo norteamericano Eddie Cheever , el brasileño Ingo Hoffman, segundo de Emerson Fittipaldi en Copersucar, y Brian Henton.
Ingo Hoffman Marc Surer
En Mendoza, el subcampeón de la temporada, el suizo Marc Surer, se impuso, escoltado por Teo Fabbi (reemplazó en esa carrera al campeón Bruno Giacomelli) y Alberto Colombo. Más atrás se clasificaron Jean Pierre Ja-rier, Geoff Lees y Brian Henton, mientras que el mejor argentino fue Ricardo Zunino, en el 7° puesto.
En Buenos Aires, a la siguiente semana, la victoria quedó en manos de Ingo Hoffman, con un March BMW, y relegó a Ricardo Zunino con el March oficial, al segundo lugar tras 50 giros (siete segundos fue la distancia con el líder), mientras que Regazzoni completó el podio. En tanto, Miguel Angel Guerra (Chevron Ferrari), de la escudería Everest y compañero de Clay Regazzoni, finalizó octavo, en cambio Ariel Baskt (March BMW) debió abandonar.
El “datazo” de color de esa carrera lo aportaron Marc Surer y Bruno Giacomelli, candidatos a la victoria y que había sido 1-2 en clasificación. Ambos se pegaron en las pruebas de tanques llenos -algo usual en aquellos tiempos-, destrozaron los autos y así quedaron afuera de la carrera.
Fue un tiempo que también se fue feliz, en los que la ilusión, los proyectos y los anhelos podían más que una economía que crujía más de lo aconsejable -nada que las nuevas generaciones no sepan- y que amagaba con una zancadilla. Aquellos locos lindos se entregaron a una aventura de película, roseada de talento, en la que se abrazaban la fantasía y a la realidad.
Crédito www.t2.ar
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