
La corrida cambiaria, la pérdida de centralidad política y el derrumbe del consumo dejaron al gobierno libertario sin piso. Empresarios y jueces ya piensan en el “día después”.
Con retenciones 0% hasta el 31 de octubre o hasta US$7.000 millones en DJVE, el Gobierno busca aflojar la presión cambiaria. EEUU promete apoyo financiero a cambio de tablero estratégico: litio, uranio, tierras raras, energía nuclear y posicionamiento en el Atlántico Sur. Realpolitik sin anestesia.
Política22/09/2025Plan Platita
El oficialismo pateó el tablero con un movimiento doble y sincronizado: retenciones 0% por tiempo limitado para granos, subproductos y ahora también carnes avícolas y bovinas, y una señal geofinanciera hacia Washington de la mano del secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, que habló de respaldo “grande y contundente”. La meta inmediata es nítida: dólares ya y calma cambiaria hasta pasar el puente electoral. El costo, también: recaudación en baja hoy y fichas estratégicas sobre la mesa mañana. Esto no es filosofía: es realpolitik.
El puente de octubre: caja hoy, agujero mañana
El decreto del 22 de septiembre fijó la alícuota en 0% hasta el 31/10 o hasta registrar DJVE por US$7.000 millones, lo que ocurra primero. La zanahoria es nítida para exportadores: aprovechar la ventana y liquidar al menos el 90% de las divisas en tres días hábiles desde la DJVE (incluyendo anticipos y pre/posfinanciación). El palo también: el que no cumple vuelve a la alícuota previa y queda excluido del régimen. Banco Central, Secretaría de Agricultura y Aduana quedan facultados para reglamentar con lupa.
El Gobierno proyecta que, con la ventanilla abierta, cerealistas podrían liquidar US$6.000 millones (el sector estima algo menos, US$5.600 millones). Es oxígeno para un mercado fino, donde la cotización del dólar manda sobre precios, expectativas y nervios. Manuel Adorni golpeó la mesa con la línea política: “Responder bajando impuestos”. Luis Caputo busca que el flujo de granos —y ahora carnes— ancle el tipo de cambio financiero y descomprima las brechas.
El contrapeso: el fisco resigna al menos US$1.400–1.500 millones de recaudación (≈0,25% del PBI si se llega al tope), en un esquema que alivia reservas pero tensiona la meta fiscal. La oposición ya hizo la aritmética política: ese bache equivale a leyes vetadas por falta de fondos (Universidades, Garrahan) o a media emergencia en discapacidad. En el ring conceptual, el oficialismo esquiva el golpe comparativo con el “dólar soja”: entonces había retención efectiva vía brecha cambiaria; ahora, la apuesta es otra: caja inmediata y expectativa.
La ampliación a carnes busca sumar volumen exportador y señales pro-competitividad. Pero el mensaje que más mira la City es el plazo de tres días: la urgencia de la liquidación desnuda la lógica del plan: apagar el incendio cambiario, aunque la contabilidad pida cuentas después.
El precio geopolítico: dólares del Norte, tablero del Sur
En paralelo, la cancillería económica abrió otra puerta: Estados Unidos pone sobre la mesa swaps, compras directas de divisas y uso del Fondo de Estabilización Cambiaria. La aclaración, en geopolítica, siempre dice más de lo que evita. Porque el subtexto es claro: Washington quiere anclaje argentino en su arquitectura estratégica ante China.
¿Cuáles son las fichas? Minerales críticos (litio, tierras raras, cobre), energía nuclear (Argentina se sumó como socio contribuyente al programa FIRST para pequeños reactores modulares), IA y data centers (demanda energética y de soberanía de datos), y Atlántico Sur/Antártida (rutas, cables, recursos, proyección). El premio simbólico —el Global Citizen Award del Atlantic Council a Milei— no es una medalla: es teatro de operaciones.
El lenguaje del Geoeconomics Center es explícito: geofinanzas como herramienta de poder.
El diagnóstico minero reciente es elocuente: boom exploratorio en litio y cobre; decenas de proyectos en carpeta; majors como Glencore, BHP, Rio Tinto, First Quantum tanteando inversiones. El cuello de botella no es la roca: es infraestructura (energía, agua, transporte), reglas claras y velocidad. Allí, DFC y Eximbank aparecen como llaves de apoyo “amigable”. Llaves que abren, pero también condicionan el mapa de proveedores, estándares y jurisdicciones.
Entrega total de los recursos estratégicos
La gestión Milei busca un salvavidas financiero que estabilice moneda y expectativas. Y Trump —si la foto en Nueva York cristaliza— ofrece respaldo que, en la práctica, alinea cadenas de valor hacia EE.UU. El RIGI opera como imán legal.
La tensión realista es obvia: estabilidad hoy a cambio de vectorizar recursos estratégicos bajo la lógica de socios preferentes. ¿Es “entrega”? En términos técnicos, es cesión de grados de libertad: offtakers, cláusulas de abastecimiento, estándares nucleares y de datos, y una trazabilidad que reduce la discrecionalidad local. Soberanía no es bandera: es capacidad de decidir en el tiempo.
Queda una verdad incómoda: la economía no flota sin dólares y la geopolítica no regala cheques. Retenciones cero es un mecanismo puente con costos fiscales explícitos. El apoyo estadounidense es oxígeno que pide contrapartidas estratégicas. Milei evita el déjà vu de Macri (eliminar y reponer retenciones) y promete bajar impuestos en la adversidad. La oposición recuerda que los agujeros fiscales vuelven como boomerang. El agro aplaude la ventana; la industria mira la matriz; las provincias preguntan por regalías; la defensa mira el mapa.
El tablero exige prioridades: si la consigna es “salvar al Gobierno” para salvar la estabilidad, el precio no puede ser hipotecar los recursos que garantizan desarrollo. Litio sin industrialización, uranio sin tecnología propia, tierras raras sin cluster local, SMR sin transferencia y Atlántico Sur sin presencia efectiva equivalen a caja hoy, desierto mañana. Realismo político no es cinismo: es negociar duro.
El “sí” al crédito debe venir con condiciones soberanas: contenido nacional, transferencia tecnológica, capacidad de veto, protección de datos, infraestructura dual (civil/defensa) y régimen ambiental serio.
La ventana de retenciones cero comprará tiempo; el respaldo de Washington, si llega, comprará dólares. Lo que no se compra es estrategia. Argentina está frente a un intercambio fundacional: divisas inmediatas a cambio de llaves del futuro. El realismo manda: negociar, sí; subastar, no. Porque estabilizar la moneda sin capas de valor local en litio, cobre, uranio y datos es como bajar la fiebre rompiendo el termómetro.
El plan platita geopolítico puede salvar octubre; el desafío es que no hipoteque 2030. Si vamos a jugar en la liga mayor, hagámoslo con reglas propias y proyecto de país. Ahí está la frontera entre oxígeno y dependencia. Entre respiro y renuncia. Entre sobrevivir y desarrollarse.
Retenciones 0% hasta la elección: la vía rápida para dólares ya, con factura fiscal diferida.
La corrida cambiaria, la pérdida de centralidad política y el derrumbe del consumo dejaron al gobierno libertario sin piso. Empresarios y jueces ya piensan en el “día después”.
La oposición logró mayorías aplastantes y rechazó los vetos presidenciales en Diputados, donde el oficialismo confiaba en resistir. Gobernadores, ex aliados y un Congreso rodeado por una multitud marcaron el límite: la educación y la salud pública no se negocian.
El Presidente defendió el equilibrio fiscal como único norte, pero lo hizo sin gritos ni furia, con un tono apagado que refleja debilidad política tras la derrota bonaerense. Mauricio Macri aprovechó la escena: el PRO apoyó el Presupuesto y marcó el primer paso hacia la anexión política de un gobierno exhausto.
Tras el fracaso electoral en Buenos Aires, los escándalos de corrupción y el desgaste político por los vetos a universidades y al Garrahan, Javier Milei defendió el Presupuesto 2026 con un tono apagado. Ratificó que el equilibrio fiscal es “inamovible”. Un mensaje que no habló de economía cotidiana.
La caída de la imagen presidencial y el derrumbe de las expectativas económicas configuran un escenario explosivo: el Conurbano, motor electoral y social, ya mostró los dientes en las urnas y hoy padece el ajuste en carne viva. El gobierno juega con fuego en el territorio donde el malestar se convierte en estallido.
Tras la paliza electoral en la provincia de Buenos Aires, el gobierno libertario duplica la apuesta. Javier Milei vetará el financiamiento universitario, la emergencia pediátrica y la coparticipación de ATN, tres leyes que apuntaban a sostener universidades, hospitales y a las provincias en rojo.
La corrida cambiaria, la pérdida de centralidad política y el derrumbe del consumo dejaron al gobierno libertario sin piso. Empresarios y jueces ya piensan en el “día después”.
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